POR OMAR CARBALLO
Ancestralmente existían los alucinógenos: hongos, distintos tipos de hierbas. La sensación (como real) de experimentar sonidos, formas, colores distorsionantes del sí mismo fueron considerados posibilitantes de ir más allá de la propia creatividad También llegó la época en que fue «moda», fue «recurso», fue «búsqueda», etc.
Lo cierto es que el consumo de sustancias fue incorporándose, naturalizándose en la vida cotidiana, en la membrana social casi diría que osmóticamente. Ahora bien, si tomamos lo anteriormente dicho en forma taxativa, deberíamos pensar entonces porqué no todos somos adictos.
Y aquí viene el primer axioma: no es adicto el que quiere sino el que puede. Y puede solo aquel que por alguna razón necesita no ser él. La única realidad es que el toxicómano es alguien que arriesgo y perdió. Qué arriesgo es la gran incógnita propia, profesional y familiar a descubrir. Lo claro, si, es que perdió, porque ese camino no tiene ningún tipo de salida.
El segundo axioma podría ser éste: toda hipótesis se cae frente a un real. El caso por caso es quién puede determinar qué de lo simbólico, de lo imaginario fue puesto a determinar esa conducta adictiva. Volviendo a la banalización de las adicciones en la malla social, surge la estigmatización del paciente identificado (adicto) como sistema homeostático social, es decir él, el adicto, recibe la culpabilidad por su estado irresponsable; ante una sociedad con normas, leyes, valores, moral.
Dicho esto y considerando el espectro total, quien queda vulnerado, desorientado. desconcertado en medio de ésta cuestión, es el sistema familiar que, también por motivos a descubrir, no logra más que desestructurarse, incluso al punto de disolución, producto de la falta de información, recepción, escucha, contención y acompañamiento.
Ante ésta realidad, es que desde la sede de la Comisión de DDHH por la Memoria la Verdad y la Justicia de Traslasierra, ponemos a disposición un equipo de trabajo para recibir, atender y colaborar con los «FAMILIARES’ de integrantes en situación de adicciones, con el objeto de buscar las formas, las maneras de entender los interrogantes, las angustias y hasta la participación co-dependiente del entramado familiar, entre otras alternativas.
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