POR SOFÍA NAZHA
Vivir en abundancia no es solo un ideal, sino un estado de ser que se alcanza al unir nuestros deseos más profundos con el bienestar general. Este proceso implica una adaptación consciente a las circunstancias de la vida, lo que nos permite encontrar un equilibrio en nuestras relaciones y en nuestra conexión con la naturaleza. La clave está en reconocer el destino como una fuente de aprendizaje, donde cada experiencia, cada desafío, nos ofrece lecciones valiosas.
Al conectar con nuestra esencia más genuina, podemos reevaluar nuestras acciones y sentimientos, eligiendo aquellas que nos aportan paz y pasión. Este enfoque nos aleja de los juicios y análisis excesivos que a menudo nos llevan a un estado de control, anclados en heridas del pasado. En cambio, es esencial ser nuestra propia madre interna, una figura que se nutre y se comunica desde la co-creación, generando vida y creatividad en nuestro entorno.
La práctica de la conciencia en el presente, el aquí y el ahora, es fundamental para la expansión de nuestra energía positiva. Al reconocer los exposomas, es decir, los conjuntos de información y experiencias que somos, podemos fomentar un mejoramiento evolutivo en nuestras vidas. Cada instante se convierte en una oportunidad para ser auténticos y abrazar nuestro nuevo yo.
Fluir con la vida, latiendo en nuestro propio ritmo, nos brinda la libertad de ser quienes realmente somos. Al adoptar esta mentalidad, transformamos nuestra realidad y expandimos nuestros dones, creando un camino hacia la abundancia que trasciende las limitaciones autoimpuestas. Así, cada uno de nosotros puede contribuir a un entorno más positivo y enriquecedor, tanto para nosotros como para quienes nos rodean.
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